En el instituto teníamos clases de baile dos veces al año. En vez de deporte nos enseñaron distintos tipos de baile durante unas horas para prepararnos para las fiestas anuales del instituto. Esas clases juntas con mi experiencia del club de salsa en Cambridge, donde tíos, casi todos de origén norte-africano, intentaron enseñarme los pasos contribuyen a mis conocimientos de bailar. Hay que mencinoar también el tiempo que pasé con mi amiga aprendiendo los bailes de ballet (que a ella le enseñaron en una escuela) para preparar ensayos en nuestro colegio. A lo mejor no hace falta señalar que los conocimientos son muy pobres y que seguramente soy la única estudiante del Instuto de Reykjavík que ha logrado hacer caer a una pareja en clase de baile. A pesar de todo eso voy a empezar un curso de baile esta noche.
Mi amigo y yo nos hemos apuntado a un curso de tango para estudiantes que tendrá lugar en el sótano del Teatro Nacional. Me pregunto si debo avisar a los del curso que soy un peligro y decirle a la profesora que necesitaré clases extras y atención especial, aunque sólo sea para asegurar la saldud de los demás estudiantes.